Menos dinero a partidos
Augusto Corro lunes 1, Oct 2018Punto por punto
Augusto Corro
En el Senado se propuso reducir a la mitad el presupuesto de los partidos políticos. La idea no es nueva, solo que siempre tuvo poco apoyo.
México es uno de los países donde la democracia es muy cara. Sin embargo, con la citada medida no quedarán tan desamparadas económicamente las organizaciones políticas.
Por ejemplo, para el 2019, los partidos recibirían 2 mil 482 millones 914 mil pesos, en lugar de los 4 mil 965 millones 828 mil pesos.
Claro que la reducción del subsidio es importante, pero lo ideal sería que se cancelara y fueron los propios partidos los encargados de conseguir sus recursos.
No es posible que se dilapiden, yo así lo veo, tales sumas de dinero, cuando más de 53 millones de mexicanos se encuentran en la pobreza.
Claro, la distribución económica presupuestal también debe incluir a los tribunales electorales que, ante las carretilladas de dinero que obtienen, hasta quieren convertirse en empresarios inmobiliarios.
Dijo la senadora Delfina Gómez, de Morena, que la idea de la iniciativa es terminar con los “incentivos perversos” para la corrupción que genera el monto exagerado que se otorga a las instituciones políticas.
¿Y los complices de Duarte?
En México las leyes laxas contra la corrupción cumplen con su función de exonerar a los saqueadores de los recursos públicos.
Los políticos saben que en los cargos de representación popular pueden hacer y deshacer con los presupuestos, seguros de que a nadie le rendirán cuentas de sus conductas delictivas.
Por ejemplo, los gobernadores de diferentes signos partidistas se distinguieron en los últimos años del saqueo al erario en sus estados.
Un ejemplo de la casi impunidad total se conoció la semana pasada cuando un juez sentenció al ex mandatario veracruzano, Javier Duarte, a 9 años de cárcel y a una multa de 60 mil pesos, que mueve a risa.
Al ex gobernador se le acusó de desviar más de 60 mil millones de pesos y otros delitos relacionados con la delincuencia organizada y operaciones con recursos de procedencia ilícita.
Tratamos el tema porque tras la noticia de la sentencia a Duarte, la Procuraduría General de la República (PGR) informó que continúan las investigaciones contra Karime Macías, esposa del exmandatario y algunos de sus colaboradores.
Si a Duarte como jefe de la pandilla le fue muy bien ante la justicia, a sus secuaces no les puede ir mal. ¿O sÍ? En fin, el circo o la burla continuarán.
Inseguridad citadina
Siempre se está a tiempo de frenar la violencia e inseguridad en cualquier parte que se presenten.
¿En la Ciudad de México se logrará volver a la paz de hace muchos años? Se ve difícil. Casi imposible.
En los últimos sexenios la capital estuvo abandonada. El discurso de los políticos sobre una ciudad segura fue pura demagogia.
En el renglón específico de la seguridad los gobernantes nunca entregaron cuentas positivas. Así, cada vez, diferentes sitios de la urbe se convirtieron en verdaderos focos de violencia.
Con la idea de manejar su imagen de políticos sin mancha, ni errores, los jefes de gobierno se negaron a reconocer la presencia de la narcodelincuencia en la capital.
¿Y qué ocurrió? Que los grupos de delincuentes, ante la ineptitud de las autoridades, decidieron actuar sin miedo a la luz pública.
La masacre de la Plaza Garibaldi nos mostró el resultado del desarrollo del crimen organizado en la Ciudad de México. Siguieron las ejecuciones y las venganzas entre los grupos de narcodelincuentes. ¿Estamos ante una historia criminal sin fin?
A raíz del hecho cruento, la mencionada plaza turística resintió la baja de visitantes.
Ahora, las autoridades optaron por apoyar a los mariachis, locatarios y comerciantes de la zona con acciones destinas a promover el turismo.
El viernes pasado, en la noche, grupos musicales de mariachis, norteños, jarochos, tríos, etc., organizaron una serenata para invitar a la gente que regrese a la Plaza de Garibaldi.
Las autoridades tienen que hacer una limpia de narcomenudistas y toda clase de malvivientes que se apoderaron del lugar.
La vigilancia de la policía debe ser permanente, sin escatimar esfuerzos para brindar seguridad a los paseantes que no solamente son mexicanos, sino en un porcentaje considerable extranjeros.